Reivindicando la entereza a pesar de la aparente fragilidad.
“ROTOS PERO ENTEROS”:¿Quieres saber su historia?
Es sábado en la tarde, víspera de San Martín: Voy a visitar a su residencia de ancianos al amigo sacerdote que puso en marcha y estuvo muchos años en la parroquia de San Martín.
Está flojo de salud y le encuentro pasando a máquina el texto de dos homilías. Está invitado a la Misa mayor de mañana para celebrar los 25 años de Parroquia.
Me lee los dos folios: Uno más formal; el otro más humano y emocional. “Mañana decidiré sobre cuál de los dos” -me dice.
Domingo día de San Martín.
Por si hace falta me llevo en el bolsillo uno cubo pequeño de mis inicios de artesano. No es extraño pues durante años algunas de mis esculturas han estado en bodas y celebraciones parroquiales.
Jugueteo con él, en el bolsillo, y atiendo el buen ambiente de la Misa.
De los discursos preparados sólo acierta a dar gracias, sobre todo a los seglares. Han limitado el tiempo a un par de minutos por intervención y hay unos 6 curas. Cuando le llega el turno “al pueblo” muchas emociones y pocas palabras. Ofrecen el micro y me voy al altar. Desde esa perspectiva –una iglesia llena de gente de edad- me doy cuenta del tiempo pasado. Veo mi cubito, perfecto, y les digo que su perfección no encaja con los dolores de espalda que adivino. La prisa que nos ha metido el oficiante me hace callar sobre la compañía de Ese Dios benévolo en el camino y –les comento- que lo de la perfección de la figurita “tiene solución”. De un pequeño golpe contra el ambón la escultura pierde su compostura y se trocea en dos.
“Ahora está mejor”. Se puede llamar “Rotos pero enteros” (1). Y se la llevo a nuestro curita, que está al fondo del altar, sentado, doblado, que la mira y la remira.
Ese domingo por la tarde me acerco en bici a mi taller de Murgia. Encuentro en el suelo un trozo de olmo que me traje de una de las salidas del Grupo de Oración.
Es un tronco de unos 30 cm. Está inclinado hacia delante como una torre de Pisa, pero mucho más. Es la misma postura de mi amigo “el cura de la residencia”.
Con un par de cortes de sierra insinúo el “frontis” de la iglesia de San Martín unido a una especie de altar.
Para el hueco semicircular me guío por los anillos de crecimiento anual.
“Sobre este tronco rústico colocaremos los trozos de la escultura rota” -pienso.
Mientras tanto llega al correo una cartita amiga:
Kaixo Martín, San Martín y zorionak!!!!!!!!!!!!!!!!
Me ha gustado el detalle que has tenido con Joseja. Eres un poeta, un romántico.
Espero que le haya gustado también a él .
Así que «rotos pero enteros», así estamos; así nos ves. No suena mal, yo me conformo con que sea cierto. Rotos por tantas cosas de la vida pero, enteros, sólidos en muy pocas convicciones que nos mantienen en pie.
Espero que hayas pasado un buen día de tu santo.
Para mí ha sido bastante impresionante volver a San Martín, a misa, a ver tantas caras conocidas, a los curas, en fin muy especial.
Feliz semana!
A los dos días me acerco a la residencia. No sé ni cómo le habrá sentado que le llame “rotoperoentero”. Voy dando rodeos antes de mostrarle lo que llevo en la bolsa. Cuando llego a lo de “y tu escultura rota iría aquí” me dice que no la tiene.
– ¿La has tirado, capullo?, ¿la has quemado?
– No. Pasó a visitarme alguien que está todavía peor que yo y fue una ocasión inigualable para que recuerde siempre que estamos rotos pero enteros. Y se la di.
En fin. Tejiendo, tejiendo…
Besos. Martín
(1) “Rotos pero enteros” (esta frase fue escrita en una pared de Chile en tiempos de la dictadura de Pinochet y fue tomada más tarde como título para el libro autobiográfico del misionero alavés Iñaki Cámara, quien pasó los últimos años de su vida en una cama del Hospital de Leza).