Es una obra de mi amigo Pedro Vlez. Montesdeoca.
«Quiero compartir con vosotros esta escultura y la reflexión que me llevó a ella -nos dice.
Está inspirada en la escena bíblica de los discípulos de Emaús, cuando reconocieron al Resucitado al partir el pan. Cuando se comparte la vida Dios se hace presente. Los gestos humanos pueden ser ocasión para lo divino; sólo hay que saber mirar y reconocer. Creo que tenemos que aprender a divinizar lo humano; mejor dicho: reconocer lo divino que ya está en lo humano».
¡¡Gracias Pedro!!