(… a veces me sorprendo -gozoso- de «por dónde voy ya»; de por dónde vamos…)
y mi sensación no es la de relevo -yo me quito y ellos se ponen- sino la de una ola que propicia otras que, a su vez, ha sido y es conformada por otras
Y en la marea que avanza…
¡Qué cosas!
Y besos.
Martín
Mila esker, Aitatxo (eta «Aitata»).
Gu aurrera eginarazteagatik eta beti ondoan egoteagatik.
Izugarri maite zaitugu.
Querido amigo. Gracias por tu alegría y perseverancia de siempre, en tantas cosas y todas ellas que arrancan de tu constante inquietud y esfuerzo.
Caminamos y rezamos. Eso es lo que nos va haciendo acercarnos juntos al Espíritu y la Verdad a la que somos convocados.
Vicente
Las mareas suben y bajan como las olas creciendo y replegándose, como abrazando y dejándose abrazar… Y siempre el mar.
Y cuándo ya no haya mar, ¿la luna qué atraerá?
La belleza de vuestra esencia siempre permanecerá.
Vaya oleaje más reguapo! por dentro y por fuera 🙂
Las fotos de Oier en la bici con su abuelo me derriten. Tan pequeño, tan Grande… Como nosotros, tan pequeños, tan Grandes… No sé si podré evitar darle un mordisquito alguna vez.
Somos marea, somos mar en constante y sereno (o abrupto) movimiento. Pero siempre avanzamos.
Gracias amigo.
Gracias Zuriñe por toda la belleza que tienes y que llega contigo.
Aupi familia!
Viva zuek! Irrifarre hauuuuuuuuuuuuundi batekin geratu naiz,…
Paaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!
¡Martín, enhorabuena por esa «marea viva»!
Ojalá pronto podáis llegar a estas «playas» madrileñas para dejarnos ver las caracolas y estrellas de mar que arrastráis en ella… Y si tardáis, nos acercaremos a esas «costas» de Vitoria…;-)
Mil besos,
Ana
¡Cómo eres, Martin!!! Entiendo que tiene que imponer ver que algo muy tuyo es tan hermoso, Zuriñe, Oier y Unai. Debe ser fácil ver que Dios en ese momento es tú, que eres su punzón de artista, más que eso, su propia mano y su mente y su corazón que plasma la obra de arte llena de armonía. Tu eres genial en todos los sentidos, así que ellos habrán mejorado exponencialmente la gran ola. Gracias Martin!! Nos enriqueces grandemente con tu presencia. Y no quiero dejar de alabar a tu comañera del alma, que da lustre a tu luz también. Un grandísimo abrazo para toda la familia