Talleres

Con medios sencillos -provenientes de reciclaje- aprovechamos la oportunidad para trabajar valores, dar alas a su creatividad y crecer juntos.Con atención,  buscando la esfera que hasta un trozo de porexpan tiene dentro nos preguntamos: ¿Qué vive en mi interior?

Recortando su nombre para darle relieve -relevancia-: El nombre es el ser.

(Cuentan que Moisés creyó ver a Dios en unas zarzas ardientes que no se consumían; como no lo veía claro preguntó, ¿quién eres?. Y El de las zarzas, para no dejarse «atrapar» se escaqueó hurtándole  su nombre. Y entonces se oyó desde las zarzas: «Yo soy el que soy»).

Si lo deseas, puedes leer más abajo este pasaje de la Biblia glosado por J. Arregi.

Con mimo y cuidado, hasta un trozo de porexpan sucio puede convertirse en obra de arte… ¡Cuánto más una persona!. De hecho… ¡ya lo es!

Texto citado de J. Arregi:

«Que un profesor, el primer día de clase, pregunte sus nombres a los alumnos es mera cortesía; y nada tiene que ver con un control de lista.

Antes de preguntarle a alguien “¿Cómo te llamas?”, debería descalzarme como Moisés en el Horeb, la tierra pagana y sagrada de la Zarza Ardiente.  Al escuchar a alguien decirme su nombre propio, debería conmoverme tanto como Moisés ante la revelación del sagrado Tetragrama (JHWH), el misterioso nombre propio del Dios bíblico que los judíos no pronuncian jamás. Cuando alguien me dice su nombre, me confía su ser, su misterio inviolable, su historia secreta incluso para él, hecha de sueños y de miedos, modelada con la arcilla más frágil y el agua más pura.  Así es el nombre propio de cada uno, y cuando lo escucho me convierto en su portador y responsable. Cuando alguien nos dice su nombre, deberíamos entrar literalmente en trance, como Dios en el primer día de la Creación o de la Revelación».

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2 respuestas a Talleres

  1. Marisa Tomé Valiente dijo:

    Desde nuestro Colegio y Asentamiento, te agradecemos tu acercamiento a nosotros y a nuestros jóvenes. Maite, María Jose, José David y Marisa

  2. martin dijo:

    De puntillas entré en un terreno preparado… ¡y estuve como en casa!. Gracias a todos/as
    Martín

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